Bullying

 Muchos conocemos al típico que de pequeño iba de matón y le hacía imposible a alguno. Como el típico cliché de peli de instituto pero no son todos pelis... Esto es mucho más normal de lo que nos creemos: en todos los colegios en algún momento ha pasado algo así. No tenemos sensibilidad suficiente para darnos cuenta de lo cruel que pueden llegar a ser los pequeños y todo, porque a unos cuantos no han sido capaces de educarlos con respeto. 

Todo comienza con algo ligero, un golpecillo o un vacile que duele de vez en cuando y así aumenta exponencialmente hasta llegar a puntos que todos conocemos. Y aquí encontramos dos protagonistas:

El que tomamos como agresor está lleno de inseguridades normalmente, y su forma de ocultarlo acaba siendo creando esas inseguridades al resto. Este perfil es el más común y siempre busca la aprobación del resto, ya que siempre tiene que ser delante de mucha gente que pueda "aplaudir" sus ingenios dolorosos. Este público es totalmente cómplice del agresor, ya que le alimentan ese ego que se intenta crear y además no hacen nada al respecto.

Por otro lado está la víctima, el pobre desgraciado al que le ha tocado ser el blanco de las burlas y agresiones de el chulito de clase. A esta persona le van a quedar secuelas, sobre todo si no se hace nada el respecto, y aquí es donde entran trastornos como el de adaptación o la ansiedad. Estas personas acaban sin ganas de salir de su cuarto o de su casa, con la atención en que se puedan encontrar con su monstruo personal. Les cuesta pedir ayuda, puesto que se ven débiles, incomprendidos, y esto les hace encerrarse en ellos mismos. 

Cuando ya has crecido y dejas de encontrarte a diario con tu abusor, te da miedo: puro terror a encontrarte con una persona que sea como él y terror a que la gente te ignore como lo hacían cuando se metían contigo y nadie hacía nada pese a tu socorro en la mirada. 






Comentarios